Hay un lugar en el corazón del valle protegido de vientos fríos, muy soleado, donde crece el viñedo desde antes de tener memoria. Un terruño especial y afortunado, Aldeanueva de Ebro, un lugar único en diversidad varietal, donde cada cepa encuentra un lugar para crecer al ritmo que le ofrece la tierra. Y donde la mano del hombre le ofrece cuidado, dedicación y tiempo cada día.
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